Preguntas y respuestas
Comisión Doctrinal – International Catholic Charismatic Renewal Services
Anno 2015
La imposición de manos es un gesto muy significativo en la tradición bíblica, con una amplia diversidad de propósitos.
En el Antiguo Testamento, la imposición de manos se utiliza primero como una manera de bendecir a los hijos. Jacob, por ejemplo, bendice a sus dos nietos imponiendo las manos sobre sus cabezas (Gen 48, 14). Hasta el día de hoy, la bendición de los hijos por sus padres es una costumbre judía importante, especialmente al comienzo del Sabbath.
La imposición de manos también se utiliza para ordenar o consagrar a alguien para el ministerio. En Números, el pueblo de Israel impuso las manos sobre los levitas para dedicarles al servicio del Señor (Num 8, 9-10). Moisés impone las manos a Josué para darle autoridad y empoderarle como su sucesor en el liderazgo (Num 27, 18-23; Deut 34, 9). Más tarde en la historia de Israel, el profeta Elías impone las manos sobre un niño muerto para resucitarle de entre los muertos (2 Reyes 4, 34).
En los Evangelios, Jesús impone las manos a los niños como un gesto de bendición (Marcos 10, 16). Pero utiliza más a menudo la imposición de manos como un medio de sanación. Por ejemplo es la manera en que sana al ciego (Marcos 8, 23-25), la mujer que estaba encorvada (Lucas 13, 11-13), y a los enfermos en Nazaret (Marcos 6, 5). También impone las manos para liberar de la aflicción demoníaca (Lucas 4, 40-41) y para resucitar a los muertos (Mateo 9, 18, 25). Al final del Evangelio de Marcos el Señor resucitado promete que aquellos que crean en él sanarán a los enfermos de la misma manera: “A los que crean, les acompañarán estos signos: …Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos” (Marcos 16, 18).
En Hechos, la imposición de manos se convierte en un medio para impartir la plenitud del Espíritu Santo, especialmente a los no creyentes. Esto es realizado por los Apóstoles en Hechos 8, 17-19 (cf. 19, 6), que la tradición católica considera como la base bíblica para el sacramento de la Confirmación. También vemos a Ananías, un creyente corriente, siendo conducido por el Espíritu Santo a imponer las manos sobre Saulo para que pueda recuperarse de la ceguera y ser llenado con el Espíritu Santo (Hechos 9, 17).
La imposición de manos es una manera de encargar a las personas que hagan una nueva tarea o misión. En Hechos 13, 3, un grupo de profetas y maestros (o quizás toda la comunidad cristiana de Antioquía) impone las manos sobre Bernabé y Saulo para el empoderamiento divino para la misión a la que el Espíritu Santo les había llamado.
Finalmente, la imposición de manos es la manera en que los apóstoles ordenan a aquellos llamados a un cargo de liderazgo en la Iglesia, incluyendo el de diácono (cf. Hechos 6, 6) y presbítero (cf. 1 Tim 4, 14; 5, 22; 2 Tim 1, 6-7).
Basada en este fundamento bíblico, la imposición de manos tiene un lugar importante en dos sacramentos de la Iglesia, la confirmación y el orden. En estos sacramentos, que son solo celebrados por un obispo (o en el caso de la confirmación, a veces por un sacerdote delegado por el Obispo), la imposición de manos confiere el Espíritu Santo de una manera singular. En la confirmación, la imposición de manos imparte el don del Espíritu Santo que completa la gracia del bautismo. En la ordenación, por medio de la imposición de manos el don del Espíritu recibido primero por los apóstoles es pasado por sucesión apostólica a los obispos y sacerdotes de nuestros días.
En tiempos recientes la Renovación Carismática Católica ha traído un reavivamiento de la antigua práctica de creyentes corrientes imponiendo manos, especialmente para la sanación, para una infusión del Espíritu Santo, o para el empoderamiento divino para una nueva misión o servicio al que una persona es llamada. Imponer las manos es una manera de reconocer que somos personas corporales, y que Cristo hace que su gracia fluya a través de todos los miembros de Su Cuerpo.
Es importante que esta práctica sea bien pastoreada, para que no haya ninguna confusión entre la imposición de manos sacramental y simple (informal). La imposición de manos para el bautismo en el Espíritu no es un sacramento, sino una oración para que el Espíritu Santo reavive el don ya recibido a través de los sacramentos del bautismo y la confirmación.
Este gesto debería hacerse con respeto y sensibilidad hacia la persona que recibe la oración. En algunos casos uno debería pedir permiso suavemente a la persona antes de imponer las manos: “¿Te parece bien que ponga mis manos sobre tus hombros mientras oro?” No debería haber ninguna sensación de imponer nuestra propia autoridad o nuestro propio poder, sino simplemente de ser un canal para la gracia del Espíritu Santo.