Hemos recibido con alegría la noticia que el Vaticano anunció el pasado sábado, 13 de abril, sobre la próxima canonización de la Beata Elena Guerra. Sólo dos días antes -en su memoria litúrgica- habíamos celebrado una misa en nuestra capilla, dando gracias y pidiendo su pronta canonización, como venimos haciendo cada día desde hace años, para que su mensaje se difunda en la Iglesia Universal. 

 

La historia de su amor al Espíritu Santo

Elena Guerra recibió la confirmación a los ocho años. Más tarde escribiría en su diario: «Desde entonces, cuando estaba en la iglesia para la novena de Pentecostés, me sentía como en el paraíso«. Sin nadie que la guiara, a medida que crecía, se daba cuenta cada vez más de que era ella quien debía invocar al Espíritu Santo y hacer que los demás lo invoquen.

En un momento dado, inspirada por el Señor, decidió embarcarse en una empresa que iba más allá de su congregación, más allá de Lucca y de Italia, para comprometer a toda la Iglesia. Escribió: «Debemos reconducir a todos los fieles al conocimiento y al amor del Espíritu Santo, de quien Cristo nos ha dicho: « Él os guiará a toda la verdad »» (Jn 16,13).

 

Elena Guerra, un regalo para la Iglesia

Es hora de actuar, y nadie la detiene: escribe al Papa León XIII, insiste, reescribe, incluso acude a una audiencia. Pide que haya fuertes impulsos para una «vuelta al Espíritu«, que en el siglo siguiente sería tan vivamente anunciada por movimientos y grupos.

Convencida cada vez más de que toda la Iglesia debe volver a la invocación del Espíritu Santo, escribe al Papa para instarle a que induzca a todos los obispos de la Iglesia y recomiende a los párrocos que preparen a los fieles para la fiesta de Pentecostés con una novena, posiblemente predicada. Su deseo fue concedido. El 5 de mayo de 1895, el Papa envió a los obispos de todo el mundo un Breve Provida Matris sobre la devoción al Espíritu Santo para recomendar a todos los católicos la novena de Pentecostés para el retorno de los disidentes a la Iglesia. 

 

Una línea profética que enriquece la corriente de gracia

Elena Guerra escribió al Papa León XIII pidiendo dar más visibilidad al Espíritu Santo, el 15 de octubre de 1900, pidió de comenzar el nuevo siglo con el Veni Creator Spiritus… lo que sucedió el 1 de enero de 1901, a miles de kilómetros de distancia, tuvo lugar el despertar en el pentecostalismo, comenzando la corriente pentecostal-carismática en Topeka (Kansas), y seguido por el famoso despertar pentecostal en Azusa Street 1906-1909, que cambió el curso de la historia cristiana para siempre. Y en 1967, ocurrió en la Iglesia Católica -de nuevo en Estados Unidos- el famoso ‘fin de semana de Duquesne‘, un acontecimiento que dio origen a toda la Renovación Carismática Católica.

A Elena Guerra la llaman «la Apóstol del Espíritu Santo«. Sin duda, es un gran regalo para la Iglesia y para toda la Renovación Carismática Católica.

Pronto profundizaremos sobre  su vida y su mensaje.

¡Alegrémonos y demos gracias al Señor!

 

Pino Scafuro
Moderador de CHARIS

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