Preguntas y respuestas 

Comisión Doctrinal – International Catholic Charismatic Renewal Services

Anno 2018

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Existen muchas personas hoy, dentro y fuera de la Iglesia, que se identifican como homosexuales. ¿Qué puede hacer la RCC para acogerlas, servirlas y acompañarlas en su camino de discipulado?

La gracia en el corazón de la RCC es el bautismo en el Espíritu Santo, por el cual el amor del Padre ha sido derramado en nuestros corazones y hemos comenzado una vida nueva en el señorío de Jesús. Este gran don equipa a la RCC de una manera particular para llegar a aquellos que se identifican como homosexuales. Existen varias maneras específicas en las que podemos hacer esto.

Primero, como hemos experimentado el amor del Señor y Su misericordia con tanto poder en nuestras vidas, muchísimo más allá de cualquier cosa que pudiéramos merecer, la RCC puede imitar a Jesús en su aceptación de todos los que se encontraba. Jesús acogió a mujeres y hombres, judíos y gentiles, personas piadosas y pecadores. Superó las barreras sociales que dividían a las personas, a veces para sorpresa y descontento de otros (cf. Marcos 2, 16; Juan 4, 27). Cuando algunos se quejaban, él respondía: “No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores” (Lc 5, 31-32). Al imitar a Jesús, la RCC puede ser un lugar donde las personas con atracción al mismo sexo puedan experimentar la acogida de Cristo.

Segundo, en la RCC hemos experimentado la verdad liberadora de la Palabra de Dios: incluso esas partes de su Palabra que pueden ser difíciles de escuchar porque nos llaman al arrepentimiento. La Escritura deja claro que la conducta homosexual es contraria al plan de Dios para la sexualidad humana, y degradante para aquellos que la practican (Rom 1, 26-28). La actividad sexual pertenece solo al ámbito de la alianza matrimonial, a la unión en una sola carne de un hombre y una mujer. Pero al mismo tiempo, la Escritura proclama la libertad gloriosa conquistada para nosotros por la cruz y resurrección de Jesús. San Pablo, después de enumerar varios pecados graves (incluyendo pecados sexuales), recuerda a los Corintios: “Y eso fuisteis antes algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Cor 6, 11). Y luego los exhorta: “Así que no os pertenecéis; ¡habéis sido comprados a buen precio! Usad, pues, vuestro cuerpo para honrar a Dios” (1 Cor 6,19-20).

Pero ¿cómo es posible vivir castamente si uno experimenta deseos sexuales fuertes fuera del matrimonio? Aquellos que se han bautizado en el Espíritu pueden atestiguar que han experimentado un nuevo poder dentro de ellos—el Espíritu Santo—que les posibilita resistir los deseos de la carne de una manera que no era posible antes. ¡Ya no somos esclavos de nuestros deseos! Esto incluye todos los deseos desordenados que resultan de la Caída, incluyendo la ira, la venganza, la envidia, la avaricia, etc., así como todos los deseos sexuales desviados. Por el Espíritu Santo nos vemos empoderados a decir que no a estos deseos, a morir al pecado y a vivir para Dios (Rom 6, 6-14).

A veces la predicación y la enseñanza presentan los altos estándares de Dios para nuestra conducta, pero no muestran cómo podemos acceder al poder que nos posibilita alcanzar esos estándares, ¡el Espíritu Santo! Omitir esa parte del Evangelio es como pedir a las personas que lleguen a la luna en un Fiat [coche]. Conduce a una visión de Dios como un supervisor severo, y la vida cristiana como difícil y poco atractiva. De manera que la RCC tiene una responsabilidad especial para dar testimonio a todo el mundo de que vivir una vida santa es verdaderamente posible, incluso en medio de las luchas, por el amor divino ilimitado y obrando dentro de nosotros.

Tercero, la RCC pude traer una crítica profética contra la idolatría de la cultura contemporánea del sexo mostrando que existen muchas otras formas de plenitud humana, especialmente a través de los lazos de hermandad con otros en el cuerpo de Cristo. Podemos dar testimonio de que es posible tener una relación personal con Cristo que satisfice los deseos más profundos del corazón humano.

Finalmente, la RCC tiene un papel en ayudar a las personas a experimentar la sanación de Dios. Muchos de nosotros hemos experimentado o sanación física o interior a través de los ministerios de sanación y liberación. La sanación más profunda sucede llegando a conocer y abrazar nuestra identidad como hijo o hija de Dios, infinitamente amados por él. Como enseña San Pablo, la revelación de quienes somos verdaderamente es una obra del Espíritu Santo: “habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. (Rom 8, 15-16). La RCC puede proporcionar un gran servicio a aquellos que experimentan la atracción al mismo sexo posibilitándoles que se encuentren con el poder sanador de Cristo.

Como es el caso con todos los ministerios, el ministerio a aquellos que se identifican como homosexuales debe ser llevado a cabo con sabiduría y un buen discernimiento. Debería ayudar a las personas a vivir castamente y a crecer en su relación con Cristo. Lo deberían realizar solo aquellos que entienden claramente lo que la Escritura y la Iglesia enseñan sobre la sexualidad y que reconocen que el plan de Dios para la sexualidad es siempre una buena noticia: incluso cuando es difícil. Debería incluir a personas que tienen una larga experiencia de caminar en el Espíritu y que pueden acompañar a otros con amor, paciencia y sabiduría. Debería incluir también muchas oportunidades para que las personas se encuentren con el amor de Dios, compartir sus vidas con otros, y recibir la ayuda de los sacramentos.

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